A
principio de agosto, Raquel C. Pico
publicó un interesante artículo en el portal Libropatas que llevaba por título: La difícil cuestión de poner nota a un libro en Goodreads (y otras redes similares) y me hizo pensar en mi proceso a la hora de decidir
cuántas estrellas le doy a un libro.
Estoy
con ella cuando dice que: «dar o no dar estrellas es más bien algo más
complicado que simplemente sumar esos puntos.» y más en los tiempos que corren
en que parece que todo se mide en estrellas y no sólo los libros, pues ahora se
puede evaluar todo desde diferente aplicaciones, incluso una calle.
Como
he dicho, el artículo me hizo reflexionar, pero también una escena que viví a
principios de este verano.
Estábamos
buscando un restaurante mejicano en una población y, cómo no, le preguntamos a
Google. Nos ofreció una cuantas opciones y nos decidimos por uno por su
puntuación en TripAdvisor. No nos paramos a leer lo que decían los comentarios,
teníamos prisa.
Una
vez dentro del restaurante, y no sé explicar aún porqué, me descargué la App de
TripAdvisor, busqué el restaurante y mientras me traían los primeros me puse a
leer los comentarios. Sí, las puntuaciones eran buenas, pero luego los comentarios
no tenían desperdicio; daban ganas de salir corriendo. Todo un poco incoherente.
¿Por qué le daban un 5 y luego ponían a parir al cocinero?
Pero
no acaba ahí la cosa. Dejé el móvil en la mesa y de vez en cuando me avisaba,
diría más, me insistía para que hicieras fotografías de los platos, que las
subieras y que los fueras puntuando uno a uno. Una locura. Antes de llegar el
segundo plato borré la aplicación.
Supongo
que la imagen os lleva a varias reflexiones, pero la más importante es el peso
de las estrellas. Libros sobrevalorados, restaurantes sobrevalorados, hoteles
sobrevalorados,..., es curioso, pero casi nunca pasa lo contrario.
¿Qué
hacer? El consejo sería claro, fiarse de lectores (en caso de libros) afines a
ti, pero entonces el círculo sería demasiado pequeño para lo grande que es el
universo literario.
¿Y
entonces? Empezar por uno mismo. Por la responsabilidad de poner esas estrellas
y un comentario que complete la valoración acorde con ella. Dejad de lado los
amiguismos no le hacen ningún bien ni al escritor, ni a vosotros como lectores
ni a los que os siguen como lectores. Las palmadas en las espalda son lo peor
que le puede suceder a nadie en cualquier cosa que haga. Por eso agradezco a
los escritores que han recibido una mala reseña por mi parte cuando me envían
un correo y me dan las gracias ella y añaden que lo tendrán en cuenta.
Si
una novela creéis que se merece un 4, no le pongáis un 5 por ser conocido
vuestro, a eso me refiero.
También
me pasa una cosa extraña, no sé si a vosotros os pasa lo mismo. Cuando quiero
contratar un hotel por internet, sí miro las estrellas, miro el precio y luego
me voy de cabeza a los comentarios. ¿Y lo extraño? Lo extraño es que paso de
los comentarios buenos y me voy directamente a los malos. Así elijo el hotel en
función de los comentarios negativos y no de los positivos. ¿Lo hacéis? ¿Creéis
que es un buen método?
Pero
desde que lo hago con los hoteles también lo aplico con los libros. Miro las
estrellas y me fijo sobre todo en las peores para ver qué me cuentan, para
saber qué han encontrado tan negativo. A las de cinco estrellas casi no les doy
importancia y más si el libro tiene tropecientas de 5 y ninguna de otro valor.
Siempre pienso, ¿no hay nadie que encuentre el libro un poco peor y que le de
un 4? ¿Será el síndrome de las ovejas?
Y
a veces pico, compro el libro, lo leo y ¡zas! me llevo un palo.
¿Dónde
radica el problema? Supongo que en tu bagaje como lector. Cuánto más lees, más
tienes con qué comparar. Seguro que muchas de las novelas que leí hace cinco
años tendrían hoy una puntuación diferente, pues puedo comparar con casi
trescientas lecturas más.
Relativizar,
creo que esa sería la palabra, relativizar.
Por
todo ello le tengo mucho respeto a poner estrellas a las novelas que leo.
Incluso hubo una época en que dejé de hacerlo por la presión que yo mismo me
ponía. Al final decidí que si tenía un blog en el que hacía reseñas y las
compartía con mis lectores, el círculo se debería cerrar poniendo unas
estrellas. Y estoy con Raquel, ¿por qué no se deja poner media estrella? ¿Por
qué no poner un valor sobre 100? O mucho más fácil, una valor sobre 10. Creo
que sería mucho mejor que evaluar sobre 5.
Y
mientras seguiremos embarcados en la dictadura de las estrellas.
Imagen: faithie